La crisis económica tiene muchos colaterales o efectos inducidos, entre los que se encuentra el aumento de las diferencias sociales, al aumentar la distancia económica entre los que más recursos tienen y los que menos. Y al mismo tiempo genera una crisis de oportunidades, que para colmo, retroalimenta el proceso depresivo de la propia economía.
En este contexto, los países desarrollados se diferencian del resto por muchas cuestiones, pero una de las que reúnen una mayor importancia y admiración es que ante las adversidades económicas no aumentan las diferencias sociales en demasía.
Gran parte de esta bondad se la lleva el impacto que los estabilizadores automáticos (prestaciones por desempleo, subvenciones a empresas en crisis, financiación de proyectos, oportunidades para nuevos egresados universitarios, etcétera) presentan, que ayudan a mitigar las consecuencias socieconómicas del desempleo o la carestía de oportunidades.
Bien es cierto que los países que tienen un Estado del Bienestar fuerte, como por ejemplo los países del norte de Europa (Dinamarca, Noruega, Suecia o Finlandia), Alemania, Austria o Francia, aplican una elevada presión fiscal a sus ciudadanos. Pero es preferible pagar esta 'prima de seguro' que sufrir sin cortapisas las consecuencias de la crisis, aunque también habrá que cuidar la gestión de los dineros públicos. Porque a pesar de que países como España, Italia, Portugal o Grecia, aunque menor que los anterior, ejercen una elevada presión fiscal a sus ciudadanos con un menor nivel de protección social.
Equipo de redacción dE
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