En política y en economía podemos hablar de Estado del bienestar como sistema de organización político-económico a través del cual el Estado se convierte en garante de la prestación de determinados servicios o garantías sociales, para el conjunto de la población.
Las economías pueden alcanzar el Estado del bienestar en distinto grado y abarcando diferentes áreas, en función de las propuestas o medidas adoptadas por sus gobiernos.
No es el objetivo de este artículo dirimir acerca de sus grandezas (cohesión social, redistribución de la renta, favorece la ética y la democracia, etc) o sus miserias (limitación de libertades individuales, riesgo moral, proliferación de free-riders, etc) sino contraponer el esfuerzo (social, económico, político, ético, etc) que supone frente a los resultados (sociales, económicos, políticos, éticos, etc) que se están obteniendo durante los últimos años.
El Estado del bienestar supone que el Estado tiene el deber de asumir una responsabilidad social y económica con carácter universal, es decir, dando cobertura a todos y cada uno de sus habitantes. La población adquiere el derecho a recibir una porción de los resultados del esfuerzo colectivo de toda la sociedad.
Entonces, ¿el Estado del bienestar es un deber o un derecho?
Partimos de la base de que mantener el gasto de las coberturas y los servicios de un Estado del bienestar exige la responsabilidad colectiva de un contrato social, entendido como el deber y la obligación de toda la sociedad de hacerse responsable social y moralmente del bien común. El nivel de educación y desarrollo de valores sociales de la población es básico para que esta idea sea asimilada por todos y el sistema funcione.
i) La educación y los valores culturales de un Estado definen la madurez de su sistema social de bienestar.
¿Quién y en qué grado asume el gasto de su mantenimiento?
La totalidad de la población. Habrá que ajustar los grados según criterios económicos, de justicia social, de equidad, de redistribución, etc. Pero ello no implica que el esfuerzo no sea colectivo. Si todos queremos Estado del Bienestar, todos debemos contribuir a su mantenimiento y evitar el agujero financiero que se está formando por las crecientes necesidades sociales y por las menguantes aportaciones con el agravante de la economía sumergida. Ya todo el mundo quiere recibir individualmente, pero nadie aportar a la colectividad.
ii) Es necesario un equilibrio financiero sostenible para garantizar su viabilidad económica del Estado del bienestar.
¿Hasta donde puede llegar el Estado del bienestar?
En este caso, la conclusión creo que vale más que la explicación:
iii) El crecimiento económico va a determinar la riqueza de una población y por tanto su capacidad para exigir servicios y asistencia en cantidad y calidad.
Los grandes recortes presupuestarios a los que estamos asistiendo están motivados por una combinación del incumplimiento de los axiomas i), ii) y iii) presentados, que exige ajustar la dimensión del Estado del bienestar a los recursos disponibles. Y mientras esos axiomas no se cumplan, los ciclos económicos seguirán expandiendo artificialmente las expectativas de la población acerca de la sostenibilidad de su Estado de bienestar en épocas de auge, y poniendo en evidencia que nada es gratis en épocas de recesión como la actual.
Equipo de redacción dE
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