lunes, 14 de noviembre de 2011

¿Por qué la agricultura española no podría absorber desempleados?

La importancia de la agricultura en España ha sido históricamente más que notable para el desarrollo regional y el crecimiento económico de un importante sector de la población. Sin considerar la agricultura de subsistencia de la que a nivel familiar se abastecen numerosas aldeas, en España siempre ha habido presencia de importantes explotaciones agrícolas, entre las que destacan el olivo, la vid, la almendra, la naranja, el tomate, el pepino, la patata, etc así como especies tropicales y subtropicales como el plátano, el aguacate, la chirimoya, etc. Frente a otros países que exportan cantidad, la calidad de nuestros productos hortofrutícolas está mundialmente reconocida. Entonces, ¿por qué no se saca mayor provecho de nuestras explotaciones agrarias, dándole un mayor valor añadido, con impulso para la creación de empleo? Podríamos decir que varios son los factores:


En primer lugar, los precios en origen están resultando escasos desde hace muchos años. Esto a su vez está siendo motivado por dos razones:

A) El reparto del precio final que paga el consumidor en el mercado está claramente desnivelado hacia el lado de los intermediarios (a saber, transportistas y distribuidores) percibiendo los productores agrícolas un precio unitario que en ocasiones queda por debajo de sus costes. De ahí las protestas de los agricultores que frecuentemente podemos ver en los medios de comunicación. Las soluciones en este punto pasarían por mejorar la normativa en cuanto a la fijación de precios mínimos en origen y un mayor control de márgenes en la distribución y venta final del producto.

B) La fuerte competencia que reciben los productores españoles de otros países exportadores de productos agrícolas. Desde luego, muchos de estos productos de importación nada tienen que ver en calidad con los nacionales, si bien el incremento en la oferta de los mismos provoca inevitablemente un descenso en los precios y como consecuencia en los ingresos de los productores. Aquí la solución quizás sea más compleja.
La UE regula la política agraria común (PAC) a nivel europeo, con teórica libre circulación de mercancias. Precisamente en estos meses se encuentran las regiones españolas hasta ahora más beneficiadas por la PAC (Andalucía y Extremadura), negociando en Bruselas la ampliación de las ayudas directas a la explotación cuyo actual acuerdo vence el próximo año.
Respecto de los productores de fuera de la UE, las políticas de supresión bilateral de aranceles ayudan a provocar el comentado descenso en los precios. Políticamente, tiene una compleja solución, contraponiéndose los intereses de los productores nacionales perjudicados por esa libertad en importación, con los productores nacionales que se benefician de una exportación libre de aranceles en su producción.

En segundo lugar, el boom de la construcción durante los años de bonanza en España relegó el interés por la actividad agrícola a un reducido sector de la población. Fue significativo cómo la población joven que entraba durante esos años en edad de trabajar, encontraba claros alicientes económicos a introducirse en el sector de la construcción antes que seguir formandóse y por su puesto, mucho antes que trabajar en el sector agrario, donde era y sigue siendo frecuente recurrir a mano de obra inmigrante para cubrir las campañas.
El actual nivel de desempleo (21,52% en el tercer trimestre del año 2011 según datos del INE) debería incitar a la reflexión sobre las posibilidades que puede ofrecer el sector de la agricultura al crecimiento del empleo en nuestro país. Fueron elevadas las expectativas laborales que generó el alza de la construcción durante años. Evidentemente, con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, hemos podido calibrar que dichas expectativas fueron sobrevaloradas y que la generación de valor debe ir por otros derroteros.

Una formación superior de calidad de la población, es uno de los factores que debería potenciarse políticamente desde ya para obtener resultados a largo plazo en términos de PIB. A corto plazo, la falta tanto de un Silicon Valley en nuestro país, como de dotación de recursos de capital y humanos en investigación y desarrollo en actividades con un alto componente de valor añadido debería servir a nuestra economía para hacer valer otros recursos tan valiosos con los que ya cuenta España como son el sol, el clima (de los que afortunadamente se nutre el sector turístico) y la vasta superficie dedicada a explotaciones agrícolas.

Equipo de redacción dE

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1 comentario:



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