En los últimos meses, de manera anormalmente típica, se está escuchando continuamente que nuestra prima de riesgo, es decir, el plus que pagamos a los que nos financian respecto a Alemania, se ha situado en niveles inauditos, superándose los 450 puntos en el caso de la economía española, y situándonos al borde del colapso.
La causa inmediata que tiene que nuestra prima de riesgo se sitúe en estos niveles es el deterioro de la capacidad de financiación y el aumento del coste financiero de las nuevas emisiones, puesto que al aumentar la desconfianza respecto a nuestra economía, debemos retribuir más a aquellos que nos prestan su dinero.
Por tanto, en palabras de andar por casa, nuestra economía tiene un nivel de colesterol muy superior a lo aceptable, y nuestra economía se encuentra a punto de sufrir un infarto de miocardio a causa de la presión de los mercados. Para que se hagan una idea de lo drástico de la situación, con una prima de riesgo menor que la que actualmente sostiene nuestro país, se intervino a Grecia, Irlanda o Portugal.
Como solución al cuello de botella al que nos hemos dirigido solo nos queda instrumentar políticas económicas que supongan un cambio de paradigma en la gestión de las finanzas públicas, pero, ¿darán tiempo los mercados a que esto suceda o estamos condenados a la inacción política?
Equipo de redacción dE
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