Durante los años de la burbuja inmobiliaria, debido a los fuertes y rápidos incrementos del precio de la vivienda, los españoles fueron víctimas de un artificial 'efecto riqueza', mediante el que al calor de las generosas tasaciones inmobiliarias, muchos creyeron ser ricos.
Con el pinchazo de dicha burbuja, muchos fueron los que 'despertaron' de su dulce sueño, el de creer tener algo que no existía, y que muchos se aventuraron a gastar.
Es cierto que las consecuencias de esta crisis económica han sido muy duras, que han alcanzado su máximo exponente en el más del millón de familias en las que se encuentran todos sus miembros en una situación de desempleo.
Por difícil que resulte obtener una lectura positiva de los acontecimientos, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria nos ha mostrado hasta dónde podemos llegar, conociendo que no podemos vivir eternamente en el déficit, ni que podemos gastar lo que no tenemos.
Equipo de redacción dE
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