El análisis del "boom" inmobiliario de nuestro país va acompañado de unos datos que arrojan el incremento de un 155% en el precio de los inmuebles durante la etapa de expansión económica que acompañó a España entre los años 1995-2007.
Desde esa fecha (con el estallido de la crisis financiera internacional) hasta el primer trimestre de 2011, la corrección en el precio ha sido del 22%.
Ante estos datos, podemos concluir que la disminución en los precios hasta la fecha ha sido insuficiente. Y hablo de insuficiencia con arreglo al desequilibrio tan manifiesto que sigue existiendo en el mercado.
Desde el lado de la oferta, aún continua dando coletazos en algunas zonas la típica comidilla que años atrás, inmersos en plena expansión crediticia e inmobiliaria, no nos cansábamos de escuchar por doquier de que "los precios no van a caer". Siguen siendo muchos, especialmente los particulares, quienes actualmente son reacios a seguir abaratando el precio de venta de sus inmuebles. Y han sido varios los promotores que durante estos años han manifiestado públicamente su preferencia por entregar a los bancos sus promociones completas antes que seguir bajando precios. Esto nos da una idea de la cultura del "siempre ganar" que hay en este país con los inmuebles.
Es el lado de la demanda el que durante los estos últimos años está poniendo racionalidad en los precios, bien forzados por la situación económica y financiera (desempleo, "cierre del grifo" crediticio en los bancos, etc) que no da opciones a adquirir una vivienda o bien porque directamente los compradores cuentan con un abanico muy amplio de alternativas a la hora de adquirir una vivienda, cosa que durante la etapa de expansión no ocurría: o comprabas sobre planos ahora, o comprobas sobre planos en la siguiente promoción a sabiendas de que el precio iba a ser aún más alto, como consecuencia del excedo de demanda al que acompañaban las facilidades crediticias.
Es por este lado de la demanda, según lo expuesto, por el que se están suavizando los precios. Si bien es cierto que con demasiada lentitud. Un corrección más acelerada, pondría antes el actual parque de viviendas a la venta en manos de los compradores y a la vez iría reactivando paulatinamente la actividad del sector inmobiliario hasta entrar en crecimientos anuales estables y moderados.
En política económica hubo factores benévolos con el incremento de los precios durante aquellos años. La famosa deducción por adquisición de vivienda habitual en el IRPF, sirvió de estímulo al incremento de precios en la vivienda, puesto que en la compraventa de inmuebles se descontaba el efecto de que los compradores recuperarían parte del precio pagado vía fiscal. Cuando desde su origen debió ser un apoyo a los contribuyentes menos pudientes, tal y como se ha modificado a partir del ejercicio 2011, respetando el 100% de la deducción (límite de 9.015 euros) para aquellos declarantes del IRPF con base imponible inferior a 17.000 euros, y reduciendo linealmente la deducción hasta eliminarlo para bases superiores a 24.000 euros. Con la anterior legislación, podían aplicarse íntegramente esta deducción, tanto un asalariado mileurista como los mayores y más pudientes empresarios y banqueros de este país. Está claro que esta reforma de la Ley de IRPF ha llegado unos años tarde. Pero lo que peor sinsabor deja, es que en esta modificación realizada en 2010, el Gobierno tenía de nuevo las miras puestas en la reactivación del mercado inmobiliario en la recta final del año y no, tal y como se ha expuesto, en un criterio de justicia fiscal entre contribuyentes.
Equipo de redacción dE
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