jueves, 17 de mayo de 2012

La trampa laboral de las oposiciones públicas


La búsqueda de un puesto de trabajo como funcionario público en la Administración ha sido desde siempre codiciado por todo aquel o aquella que buscaba la estabilidad laboral absoluta por encima de cualquier otra cosa. En épocas de bonanza económica, la empresa privada y el Estado ofrecían puestos de trabajo con características diferenciadas en las que la elección de uno u otro camino sólo dependía de las preferencias personales (salario, versatilidad, carrera profesional completa, etc). Pero, ¿cual es la situación que dejan la empresa privada y las oposiciones públicas en épocas de crisis como la actual?


La masiva destrucción de empleo en España en el sector privado (tasa de desempleo en el primer trimestre de 2012 del 24,44% con más de 5.639.000 personas en paro) prácticamente ha cerrado las puertas de la contratación por cuenta ajena en nuestro país. Ello ha motivado a tantos y tantos trabajadores en situación de desempleo a plantearse la posibilidad de presentar su candidatura a un puesto público a través de unas oposiciones, ya sean de la Administración central, autonómica o local.

Pero como conocemos perfectamente, la crisis no sólo está afectando al sector privado de la actividad sino también a las Administraciones. Quizás sea más espectacular el impacto de la crisis en la empresa privada puesto que es quién más puestos de trabajo soporta y sus números a la baja, escandalizan más. Pero la Administración Pública también tiene que seguir tomando sus medidas de ajuste; A la bajada de salarios que ya se produjo y a la que pronto le sucederán más (como ya han anunciado entre otras Cataluña y Andalucía) se le une el hecho de la congelación en la oferta pública de empleo. Recordemos que es el  deteriorado sector privado vía impuestos, quien con mayor diferencia contribuye al sostenimiento del empleo y el servicio público.
Esto no son más que consecuencias de la falta de recursos públicos para mantener (por no decir incrementar) puestos de trabajo públicos de carácter perpetuo, año tras año.
En definitiva las dificultades de optar a un puesto en la Administración Pública, entendidas como la ratio [número total de opositores/número de plazas ofertadas] como medida de la proporcionalidad de las posibilidades de un opositor medio, se ha visto seriamente perjudicada:

  • El incremento del número de opositores, sumando los vocacionales por un lado, más los "forzosos" por la crisis por otro. A esto hay que añadir, que mes tras mes, se siguen sumando universitarios que acaban sus estudios, nuevos parados, etc.
  • El decremento del número de plazas públicas, con congelación en muchas especialidades.
Es claro que la situación económica antes o después revertirá, pero para cuando empiecen a convocarse nuevamente plazas públicas, toda la población tendrá ya muy aprendida la lección y habrá importantes peleas por la obtención de una plaza. Porque cambiar la mentalidad laboral y el modelo de trabajo en España parece que queda aún más lejos que la recuperación económica.

Equipo de redacción dE


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