La nueva economía de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TICs) que se abre paso globalmente a pasos agigantados desde los 90´s, plantea en la actualidad inquietudes sobre la influencia de la mismas en el presente y el en futuro de las relaciones empresariales. ¿Podrán las TIC terminar de suprimir el grueso de las relaciones personales intra e interempresas?
A pesar del recrudecimiento en Europa de la grave crisis financiera internacional iniciada en agosto del año 2007 en los EE.UU., las TIC no han cesado en su avance global, extendiéndose en todos los ámbitos (personal y empresarial) a lo largo y ancho del planeta, con innovaciones y reinvenciones que dan lugar a herramientas consideradas básicas actualmente y sin las que casi ninguna gran empresa global podría sobrevivir actualmente. La solución informática de la segunda década del siglo XX, constituída casi como un fin en sí misma, ha pasado a convertirse en los inicios del siglo XXI en herramienta para el desarrollo de novedosos proyectos tecnológicos que abarcan casi todos los campos.
De hecho, el desarrollo de proyectos asociados a la tecnología en los últimos años es lo que se ha llevado la palma en términos económicos. Mencionemos el caso de Apple Inc. que cuenta en su portfolio de innovaciones con Mac, iPod, iPhone, iPad, store para aplicaciones, etc.
Buena parte del desarrollo tecnológico se ha aplicado con gran éxito en el mundo empresarial y personal, incidiendo en la forma en que se comunican y relacionan las empresas regularmente.
Ahora bien, entre las ventajas que ofrece la interconexión tecnológica entre empresas y clientes (servicios a distancia, marketing personalizado, novedades, etc) podríamos encontrar algunas lagunas que afectan a determinados servicios. Nos referimos a aquellos en los que la confianza y el trato directo personalizado predominan sobre las facilidades que ofrece la tecnología. Pongamos un ejemplo:
Un prestigioso bufete de abogados apuesta por implementar una aplicación tecnológica que permite a sus clientes estar al día de las últimas novedades legales que atañen a su negocio así como del estado actualizado en el que se encuentran determinados procedimientos gestionados por aquel. Sin embargo, el face-to-face entre cliente y experto siempre tendrá que existir como muestra de confianza y confidencialidad que deposita el cliente en un experto, ya que de otra forma, los incentivos del cliente para cambiar de abogado serían más elevados.
Como conclusión, las nueva economía de las TIC que siguen introduciendo las empresas tecnológicas, están facilitando las relaciones entre los clientes y las empresas que apuestan por una visión global, aunque el trato humano se sigue antojando fundamental todavía en muchos sectores. Al menos hasta que cambien la tendencia.
Equipo de redacción dE
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