La respuesta al origen de la propia crisis ya es 'vox populi', habiendo identificado sus causas en dos ámbitos, el dinero barato gracias a unas tasas de interés en mínimos históricos, y el excesivo endeudamiento tanto de empresas como de los particulares a causa de lo anterior.
De tal modo que el resultado ha derivado en una quiebra del sistema, que por el momento no ha tenido fatales consecuencias gracias al sostenimiento artificial que han logrado alcanzar los principales organismos económicos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), la Reserva Federal Americana (FED) o el Banco Central Europeo (BCE), mediante la compra de bonos y la instrumentalización de paquetes de ayuda.
Como indica el origen de la palabra crisis, en su griego maternal, se necesita un 'cambio', y esto es justo en lo que ha de desembocar la situación. Un cambio de mentalidad económica que nos devuelva parte de la racionalidad perdida, que nos ayude a valorar las cosas en su justa medida, y a no dejarnos sucumbir ante las rentabilidades fáciles ni ante un nivel de vida ilusorio como consecuencia de un 'dinero barato'.
Equipo de redacción dE
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