Hace unos días se publicaron los resultados correspondientes a la Encuesta de Población Activa (EPA), correspondientes al cierre del pasado ejercicio de 2012, determinando que el mercado de trabajo en España se encuentra al borde de los seis millones de parados, una cifra récord que supera ampliamente a las tasas de paro registradas en los ciclos recesivos anteriores que se han dado en nuestra historia económica reciente.
Tras su publicación, han sido muchos los agentes económicos, principalmente los de calado político, los que se han aventurado a pronosticar un crecimiento económico positivo para el tercer trimestre del presente año fiscal, todo ello, al calor de que ese mismo pronóstico ha sido suscrito por el máximo responsable del BCE, el transalpino Mario Draghi.
De tal modo que cada vez son más los foros económicos, los que de manera interesada o no, están tratando al problema del desempleo español como un subproducto de la crisis, tal y como si tuviese una naturaleza coyuntural, algo con lo que discrepamos porque para dE diario de un Economista, se está convirtiendo en un problema endógeno.
Este problema de estructura, sienta sus bases en una economía poco diversificada, muy dependiente de los sectores de la construcción residencial y del turismo, y que tan poco potencial tiene para proyectar nuevos incrementos de la productividad con una estrategia ajena a la reducción de costes vía salarios, dónde recordemos que una parte importante de la ganancia neta se esfuma como consecuencia de un fuerte crecimiento de la presión fiscal en el conjunto de la economía.
Sin entrar en la discusión sobre si el paro debe ser acometido antes que la disciplina fiscal, que queremos ser tajantes al estar convencidos de que ambos son igual de importantes (imagínense los efectos que tendrían sobre el déficit y nuestro tejido productivo el hecho de que el Gobierno formulase unos nuevos planes E), evitando alternar políticas fiscales expansivas y contrativas para atacar a un mismo problema. Queremos poner énfasis en que la solución del problema se dilatará en el tiempo tanto en cuanto, la economía española no sea competitiva y ofrezca al mercado, bienes y servicios que nos permitan alcanzar cotas aceptables de empleo y riqueza.
Equipo de redacción dE
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