En este post queremos poner de relieve una práctica muy
perjudicial para las relaciones empresariales y el desarrollo económico que se
está dando entre los agentes económicos. Nos referimos especialmente a las
relaciones contractuales que unen a pymes y grandes grupos empresariales y cómo
estos utilizan esencialmente su posición y su poder económicos para “estrujar”
y aprovechar las situaciones de contratación y/o subcontratación que las pymes
les brindan.
En primer lugar, para que una pyme pueda acceder al contrato
ofrecido por una gran empresa o grupo de empresas, de partida tendrá que
estrangular su margen de ganancia al máximo, en beneficio de la empresa
contratante. Tengamos en cuenta que habrá competencia por participar en el
negocio y que esto motivará las reducciones de márgenes, para que a su vez, la
empresa contratante pueda ofrecer un buen precio final. Ejemplo: El Corte
Inglés contrata los suministros de la empresa de jamones X para su campaña de
navidad. La empresa de jamones X ha conseguido lo que creerá el contrato de su
vida frente a su competidor jamones Z, a costa de reducir al máximo sus
márgenes para que El Corte Inglés a su vez pueda obtener un beneficio
considerable ofreciendo un precio asequible al consumidor final.
En segundo lugar se establecerán los medios y los plazos de
pago. Y si la reducción del margen era
ya bastante perjuicio para la empresa contratada, lo será aún más cobrar a 120
o 180 días. Grandes empresas de distribución e hipermercados se aprovechan de
las grandes ventajas financieras que les ofrece esta operatoria. Cobrando sus
ventas en “cash” y pagando de forma aplazada sin interés a sus proveedores,
consiguen un remanente de tesorería que les permite grandes posibilidades
financieras.
Finalmente, y es lo más grave, se está dando la siguiente
situación entre grandes grupos empresariales especialmente ligados al sector de
la construcción y de la obra civil: Tras estrujar el exiguo margen de las
empresas (sub)contratadas y de hacerles firmar un vencimiento de pago largo,
llegado el momento no atienden el pago alegando múltiples razones e incluso
amenazando con la incursión en el concurso de acreedores. Realmente incluso
iniciando un procedimiento judicial para el recobro, la gran empresa sigue
ganando, puesto que los trámites judiciales pueden llevar la resolución a
varios años vista y para entonces, la gran empresa ha recuperado, con
ganancias, los intereses de demora que tendrá que pagar por el principal de la
deuda a la pyme.
Cuando grandes facturaciones pendientes están casi dadas por
perdidas, la gran empresa les ofrece atenderles la liquidación de todo lo
pendiente, ¡¡con un descuento de entre el 40% y el 60%!!. Se está haciendo
verdad el dicho de pagar tarde, mal y nunca. Si consideramos la reducción inicial de márgenes, la demora en el tiempo (con el coste financiero que
ello conlleva) y el descuento, el pequeño beneficio que le quedaba a la pyme se convierte en una gran pérdida.
El sueño de trabajar con nuestra pyme para una gran empresa
del IBEX-35 se ha convertido en pesadilla. Negocio frustrado.
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