lunes, 4 de junio de 2012

No es oro todo lo que reluce en I+D+i


Los recortes presupuestarios en educación y especialmente en investigación y desarrollo, han levantado numerosas críticas orientadas a los efectos de estas medidas sobre la competitividad nacional en materia investigadora e innovadora, lo que se traduce a su vez en desventajas competitivas para las empresas. Parece lógico llegar a esta conclusión de forma razonada. Pero por contra, y sólo por ser críticos con el funcionamiento de la economía española, veamos algunos de los defectos de los que ha adolecido el gasto en educación y en I+D+i durante años. 

Cómo se expuso en el artículo dedicado a la última reforma del sistema universitario en España la racionalización del gasto ha sido la premisa a la hora de plantear el sistema educativo universitario. No todo el gasto que venía asumiendo la Administración en educación estaba justificado, por mucho que estemos ante uno de los pilares del desarrollo.

Los alumnos han venido pagando, vía matriculaciones, un precio bajo que se aleja mucho del coste real de la enseñanza, asumiendo la Administración la diferencia. Estas facilidades económicas han tenido la virtud de facilitar el acceso a la enseñanza superior a un mayor sector de la población en las últimas décadas. Pero los perjuicios han ido de la mano del crecimiento exponencial del gasto a asumir por los presupuestos como consecuencia de la multiplicación de titulados:
  • Multiplicación de los diferenciales entre pago de matrícula y coste efectivo
  • Contrataciones para mantener la ratio alumnos/profesor
  • Inversión en inmuebles e instalaciones
  • Becas
  • etc.
El quiz está en que el país asume un importante gasto en potenciar la formación y la preparación de la población con el fin de obtener lo que podríamos asimilar con "retornos de inversión" vía productividad y competitividad, pero esos retornos no llegan nunca. 
Los investigadores y docentes pueden criticar que falta inversión en I+D+i (por no hablar ya de que la recorten) pero la realidad es que sólo algunos centros de investigación generan valor añadido en su trabajo y promueven esos "retornos de inversión", mientras que existe paralelamente un gran número de centros en los que la innovación brilla por su ausencia y/o donde se dedican unos valiosos recursos a desarrollos y teorías que no son aplicables a prácticamente nada que no sean publicaciones donde muchos intentan autopromocionar sus curriculums.

Deberíamos plantearnos seriamente la reestructuración de los centros universitarios y de investigación. La cantidad de Universidades que existe a lo largo y ancho del territorio nacional facilita indudablemente el acceso a más población. Pero también es indudable que la calidad no puede ser la misma que concentrando los esfuerzos en menos centros y más especializados.

Equipo de redacción dE

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