Durante las últimas semanas estamos asistiendo a un proceso de lucha contínua entre el Eurogrupo y el Gobierno español sobre la consideración de la naturaleza del rescate a los bancos españoles con problemas. De un lado, la Unión Europea exige que el montante de dinero que finalmente se formalice cuente con el aval del Estado español, y por otro, el ejecutivo de Mariano Rajoy defiende su posición de que dicho paquete no ha de computar contablemente como deuda soberana.
Con esta prentensión Mariano Rajoy conseguiría eludir un doble efecto, por un lado evitar el efecto psicológico y el coste político de un rescate, y por otro no dificultar aún más el objetivo de déficit comprometido con Europa, que ya se presume complicado tras incrementrar mucho más de lo previsto la presión fiscal a los españoles (en este sentido se espera una nueva subida del Impuesto del Valor Añadido - IVA).
Teniendo en cuenta esta situación que califico de 'peliaguda' se plantea el debate de si procede en una economía social de mercado que se socialicen las pérdidas de empresas privadas como lo son los bancos 'zombis', es decir, entidades financieras que se mantienen a flote artificialmente, con el aval del Estado y con la posibilidad de que el capital que precisen se capte vía coercitiva.
En mi opinión, y partiendo de la base de que el sector financiero es capital para la estabilidad y desarrollo de una economía industrializada, la actuación del Estado debe limitarse a garantizar el dinero de los ahorradores y depositantes, para dejar quebrar a las entidades mal gestionadas, con independencia de las sanciones administrativas, civiles y penales que se les puedan exigir a los directivos que las han llevado a esa situación de ahogo financiero.
Actualmente el Gobierno plantea que las deudas contraídas por las Entidades con problemas las paguen las propias Entidades, pero, ¿qué ocurriría si alguna de ellas no pudiera hacer frente a las obligaciones contraídas en tiempo y forma? En este caso se ha de tomar una agenda mucho más precisa, porque como he apuntado sería un suicidio alimentar una espiral que no tiene fin si no se pone en orden el sector y coto a los abusos de los políticos y sindicatos que toman las decisiones en muchas de ellas.
Equipo de redacción dE
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