La reciente publicación de los Presupuestos Generales del Estado para el presente ejercicio 2012 ha traído importantes titulares para los medios económicos de todo el mundo. Además del reparto de recursos por provincias, con más austeridad y un mayor control en el gasto público, llama poderosamente la atención una de las partidas de gasto que más recursos absorbe: Gastos financieros derivados del pago de los intereses de la deuda española.
En concreto, España tendrá que destinar más de 28.800 millones de euros para pagar los intereses de la deuda pública. Como ya comentamos en un artículo anterior sobre la importancia del control del gasto público, una excesiva deuda pública absorbe importantes recursos económicos en forma de intereses que pueden arrastrar a un Estado a mayores déficits además de dejarlo en manos de los mercados por su dependencia a la financiación externa.
Pero quizás lo más importante sea el impacto en términos de (de)crecimiento económico que conlleva destinar esa importante partida presupuestaria al pago de intereses de la deuda y no a otros conceptos productivos como la inversión en infraestructuras, I+D+i, educación, fomento de actividades empresariales, etc.
La partida presupuestaria de ingresos puede mejorar ligeramente con la inclusión de nuevos impuestos, incrementos de los existentes, o actuando contra el fraude fiscal. Sin embargo, no se pueden esperar grandes logros demagógicos como suelen hacer los políticos por ejemplo en relación con el establecimiento de "más impuestos para los ricos". Por ello, seguimos insistiendo en que para poder asignar eficientemente los recursos disponibles, primero hay que maximizarlos. Y para ello hay que reducir al mínimo el costoso peaje de intereses que conlleva acumular déficit tras déficit fiscal en cada presupuesto.
dE diario de un Economista
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