Recientemente, el ministro español de Hacienda, Cristóbal Montoro, afirmó que "los funcionarios públicos también deben ganarse el puesto al igual que el resto de los españoles" y que "la Administración Pública no es una oficina de colocación". Les recomendamos que vean el corte del vídeo haciendo click en este enlace.
El ministro se refería a la forma en que prima la búsqueda de la seguridad en el empleo entre los aspirantes a hacerse con un puesto público en lugar de atender a razones de vocación y/o de servicio público.
En un artículo anterior ya les expusimos la necesidad de controlar la productividad en el sector público con una propuesta de carnet por puntos de la función pública. Se trata de velar por el cumplimiento de determinados niveles de productividad entre este colectivo ya que, a diferencia del sector privado, carecen de mecanismos de control y un régimen sancionador serio. O existiendo, no funcionan adecuamente.
Lo cierto es que la escasez en la vocación para ejercer en la función pública es la nota predominante de los opositores. Con tristeza atendemos a una mayoría de casos en los que (generalizando) priman los criterios de seguridad laboral, escaso control (el típico "allí no se hace nada..."), pocas horas de trabajo como en la docencia, etc.
Han contribuído a alentar esta concienciación los apoyos familiares de generaciones anteriores que sin disponer de medios económicos y con gran sacrificio y mucho esfuerzo, sacaron adelante a sus familias viendo cómo otras que tuvieron posibilidad económica de optar vocacionalmente por puestos en la administración pública, les dieron mejor calidad de vida. Afortunadamente, el desarrollo económico ha contribuído a que la gran mayoría de la población pueda acceder a una educación, en condiciones de calidad, hasta donde cada uno quiera llegar.
Desafortunadamente, el factor vocacional no se ha transmitido intergeneraciones y se está terminando de perder en favor de lamentables criterios como los comentados anteriormente. Ello crea ineficiencias y falta de productividad que está deteriorando el funcionamiento de la Administración Pública y pesando como una losa sobre el gasto público estatal, autonómico o local.
Desafortunadamente, el factor vocacional no se ha transmitido intergeneraciones y se está terminando de perder en favor de lamentables criterios como los comentados anteriormente. Ello crea ineficiencias y falta de productividad que está deteriorando el funcionamiento de la Administración Pública y pesando como una losa sobre el gasto público estatal, autonómico o local.
Actualmente, la necesidad de recortar el gasto público por despilfarros de años anteriores, ha hecho que las convocatorias de empleo público sean escasas. La Administración quiere que los puestos públicos sean para los mejor preparados, los más competentes y los más trabajadores. Cualquier atisbo de vaguedad y de "vividores" pagados con los recursos de todos los contribuyentes, debería poder ser corregido inmediatamente. Para ello es básico contar con mecanismos correctores que funcionen en la Administración Pública.
Equipo de redacción dE
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