A pesar de los abultados paquetes financieros para sacar a las economías de la zona Euro de su particular atolladero, que hasta el momento han ascendido a 1.000 millones de euros (650.000 por parte de la Eurozona y 350.000 euros por el FMI), se ha demostrado que la ayuda ha resultado insuficiente.
Ante este escenario, lo más factible es un aumento de la contribución a instancia de parte de la propia Unión Europea, que capitaneada por la canciller alemana Angela Merkel, no tiene muchos ánimos para realizar contribuciones adicionales, aunque sí una mayor implicación en la gestión de crisis, como se ha demostrado con su propuesta de que los países menos disciplinados cedan parte de su soberanía al derivar al seno de la Unión sus políticas de gestión presupuestaria.
Como ya hemos tenido oportunidad de analizar en estas páginas, si seguimos pensando que un aumento de los recursos financieros solucionaría la 'crisis' por si solo, estamos muy equivocados, porque solamente solucionarían los problemas más inmediatos, puesto que olvidaría lo más importante, determinar cuál sería el motor que nos brinde el bienestar económico futuro, y la consecución de una gestión eficaz de los dineros públicos, que nos eviten situaciones derivadas de los excesos que se han cometido en los últimos años.
Por tanto, ante las circunstancias tan ácidas que se han presentado, no solo basta con discutir si los fondos para restaurar el equilibrio presupuestario son suficientes, siendo solamente el punto de arranque del cambio de modelo económico, que ha de migrar desde una intervención pública que ha dinamitado el crecimiento de estos últimos cuatro años, a un sector público que dinamice la economía, y que aporte a los negocios más de lo que pueda quitar.
Equipo de redacción dE
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