La riqueza de materias primas para el desarrollo energético (especialmente yacimientos de petróleo y gas), se contrapone en Latinoamércia con un reparto desigual de los recursos naturales entre países. Desde hace décadas, esta dispersión de recursos está motivando acuerdos y propuestas de integración de redes energéticas entre países de América Latina, tratando de construir una suerte de mercado energético común.
Países como Uruguay, Paraguay, Argentina, Chile o Cuba, son importadores netos de petróleo o gas mientras que otros países como Venezuela, Bolivia o Brasil exportan y ponen en el mercado enormes excedentes energéticos. A continuación trataremos de reseñarles brevemente las sinergias que están buscando así como los grandes inconvenientes en la explotación del mercado energético sudamericano
¿Qué acuerdos o propuestas se han promovido en materia energética?
En el año 2006, los gobiernos Mexicano y Guatemalteco inauguraron un proyecto de línea eléctrica que pretende interconectar incialmente estos países pero, con previsiones a 2015 de llegar hasta Colombia.
También existen otros proyectos de interconexión eléctrica en sudamérica como los que pretender enlazar a su vez Colombia y Ecuador, Perú y Chile o Bolivia con el norte de Argentina. El ahorro de costes se antoja notable, soslayando la construcción y mantenimiento de costosos generadores.
En petróleo, por ejemplo, México y Colombia, en el año 2004 sentaron las bases para un proyecto de construcción de una refinería que abasteciese la región de América Central a un menor coste. Con previsiones de emplazamiento en Guatemala o Panamá.
Entre los proyectos de unión de redes de gasoductos, destaca sin duda la propuesta de Venezuela con el "Gran Gasoducto del Sur" que pretendía enlazar Venezuela y Argentina, atravesando Brasil y con la incorporación posterior de Bolivia, Paraguay y Chile. Aunque los ingresos petroleros de Venezuela serían suficientes para iniciar un proyecto de esta envergadura aún caben dudas sobre el riesgo de inviabilidad económica final de la operación. Además se le añaden factores técnicos que indican que la pérdida de presión de gas que supone el transporte de gas en distancias superiores a 4.000 km, hace aconsejable transportarlo por mar en forma de gas natural licuado, y posteriormente regasificarlo en puertos.
¿Cuales son los inconvenientes?
Los principales inconvenientes o retos a los que se enfrenta el mercado energético Latinoamericano pasan indudablemente por los problemas políticos. Surjen notables recelos a raíz de determinadas alianzas, como Venezuela-Cuba, o por las desavenencias territoriales como las que mantienen Bolivia y Chile tras la Guerra del Pacífico (donde la primera perdió su salida al mar en favor de la segunda).
Los desacuerdos comentados entre Bolivia y Chile también está haciendo daño al mercado Latinoamericano. Por ejemplo México abastece con parte de sus extracciones de gas a EEUU, pero como no puede cubrir las necesidades de ambos mercados, es importador neto de gas. El bloqueo de los acuerdos Bolivia-Chile para exportar gas a través de la costa chilena, está ocasionando que Mexico y la costa oeste de EE.UU. (California) estén adquiriendo gas natural licuado a Indonesia, perdiendo Bolivia un mercado muy importante.
Por otra parte, algunos países como México y Colombia interpretaron el proyecto de gasoducto presentado por Venezuela como una provocación, ya que consideran que el gobierno de dicho país está utilizando los recursos energéticos fundamentales para el desarrollo económico de la región, para hacer valer sus intereses políticos y económicos por ingresar en Mercosur.
Otros inconvenientes podrían ser de tipo técnico, ante las complejidades tecnológicas para transportar gas por su elevado coste, tal y como ocurre en el megaproyecto de gasoducto que pretende encabezar Venezuela.
Finalmente, las compañías inversoras exigen que se les permita construir más conductos, que se les garanticen las inversiones y la seguridad jurídica en los países destinatarios. Las compañías alegan atender únicamente a criterios económicos para la región Latinoamericana, entendiéndola sin fronteras. Pero de nuevo, la oposición política de algunos gobiernos menoscaba el potencial de estos proyectos tan interesantes para América Latina.
Equipo de redacción dE
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