jueves, 20 de octubre de 2011

La DGT puede ilustrarnos en management: ¿por qué no un carnet por puntos para los funcionarios?


Es más que notable el éxito que ha atesorado el controvertido carnet por puntos de la Dirección General de Tráfico (DGT) desde su entrada en vigor en julio del año 2006. Desde entonces, todos hemos visto en las noticias la forma en que han bajado los índices de siniestralidad en las carreteras. El miedo a quedarse sin puntos (y por lo tanto sin carnet de conducir) ha originado en los últimos años una vorágine de civismo al volante, de respeto y cumplimiento de las normas. ¿Podría ser extrapolable este formato del carnet por puntos al actual sistema funcionarial español?

Es bien conocido por todos la relajación profesional que existe entre diversos colectivos de funcionarios. Se trata en ocasiones de auténticos escándalos sociales en cuanto a baja productividad, absentismo deliverado del puesto de trabajo, mínima calidad en el desempeño, continua realización de actividades personales en horario de trabajo, etc.

Si miramos en la empresa privada, normalmente hay toda una serie de controles que supervisan el quehacer diario del trabajador, así como evaluaciones periódicas de su desempeño. Todo ello evita que "sobrevivan" los ineptos con comportamientos como los comentados anteriormente.
Pero en el caso público, no existen esos mecanismos de control y motivación (máxime cuando quien debe controlar, se dedica a hacer lo mismo que el supervisado).

Es verdad que en el sector público también existe un régimen de infracciones y sanciones. Pero no es menos cierto que es de risa y que incluso infracciones discplinarias muy graves, que en otros sitios supondrían un despido fulminante, en el sector público se suele quedar en prácticamente nada. ¿Qué pasaría se se instaurase un carnet por puntos para el funcionariado? Sólo sería cuestión de establecer una evaluación periódica (anual, por ejemplo) del desempeño del trabajo público y en base a ello tener la oportunidad de restar puntos del carnet a los "vividores" en función de la gravedad de las faltas (u omisiones) en el trabajo. Y por supuesto un carnet sin puntos obligaría a tener que examinarse nuevamente en oposición.

Pasar de 12 a 6 puntos, en algunos casos supondría poner nervioso a más de uno y que se extendiera el ejemplo entre el colectivo. Es cierto que obtener una plaza pública es complicado y muy meritorio, y más en estos tiempos con convocatorias tan escasas. Pero por ello, también es lógico que los contribuyentes quieran que los sueldos de la administración se queden para los mejores funcionarios, los más competentes, los más preparados y  los más trabajadores. El estandarte en la lucha por el mantenimiento del estado del bienestar, debe ser de estos, y no de los otros. 

Equipo de redacción dE

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